lunes, 30 de enero de 2012

Sos Paris.

Me ausenté, estaba buscando algo más que un poco de mar, turistas contagiosos, celilutosos y caóticos. Quería irme lejos de los gritos de mi vieja, de la comida chatarra y dormir hasta las cuatro de la tarde para no existir. Estaba eligiendo un lugar para que en próximos años luz poder visitar y me dormí. En un abrir y cerrar de pestañas aparecí en Paris. Paraíso. Mojandome con una manguera en días calurosos, riendo, besando y me teletransporté al otro lado del mundo, volando por la ventana, mientras un par de palomas coloridas me guiñaban un ojo. 
Y ahora escucho al amor cantando a toda voz la música que más le gusta escuchar, mientras mi carcajada no es ajena a los demás, mientras las tostadas saltan y se desvisten. Paris, siempre vestida de plata. Vos, siempre traspasando los límites de mis ideas. "Nadie puede con mi genio" pensé, y ahí estabas vos, discutiendo con tu portafolios para hacerte responsable de mi mal gusto y excentricidad. 
Ahora me ves, jugando con mis palmas, mientras la radio suena más fuerte y el piano va más rápido que nunca, moviendo la cabeza con ganas, ya no tengo miedo de ésta enfermedad que me persigue.